Misokinesia

Written by on 27 septiembre, 2021

Por Mauricio Gamero.

A la psicología, en su afán por explicar todo aquello relacionado con la mente y la conducta humana, se ha propuesto encontrar el motivo por el cual el movimiento inquieto ajeno puede ponernos nervioso. Las investigaciones son escasas, por no decir nulas, pero desde la Universidad de Columbia Británica en Canadá han puesto una primera piedra para investigar qué se esconde detrás de este fenómeno.

Esto existe, y tal vez lo habías notado, pero en específico el investigador Sumeet Jaswal (2021) define la misokinesia como “una fuerte respuesta afectiva o emocional negativa ante la visión de los movimientos pequeños y repetitivos de otra persona, como ver a alguien moviendo sin sentido una mano o un pie”.

Por supuesto que esto origina cierto grado de incomodidad, ¿te ha pasado que al ver los movimientos sin sentido de alguien te causen incomodad? bueno, ahora ya sabes que se debe a la misokinesia.

El objetivo de dichas investigaciones, fue evaluar qué impactó tenían sobre los sujetos estudiados, los movimientos inquietos de otras personas. De las 4.100 personas investigadas encontraron que al menos un tercio de ellos afirmaba poseer algún grado de sensibilidad hacia el movimiento repetitivo de otras personas.

Otro de los objetivos fue profundizar si la misokinesia se daba en población clínica, sin embargo, las primeras conclusiones apuntan a que se puede dar en cualquier sujeto. También encontraron que la misokinesia afecta de diferente forma, por ejemplo, algunas personas pueden sentirse un tanto incómodas mientras que para otras pueden llegar suponer un auténtico malestar. Es decir, puede ir desde una simple inquietud hasta el nerviosismo, ira, ansiedad o frustración. Incluso algunas personas pueden dejar de disfrutar en contextos sociales debido al gran malestar que pueden llegar a experimentar.

Nuestro organismo responde a ciertos estímulos, y puede llegar a tratarse de las famosas las neuronas espejo son un tipo de neuronas que no solo se activan cuando nosotros, por ejemplo, movemos un brazo, sino que si vemos esa acción en otra persona también se nos activan. Pero no solo se quedan ahí, sino que además de reproducir las acciones ajenas, también nos permiten captar las intenciones y las emociones que hay detrás. Gracias a las neuronas espejo somos capaces de construir representaciones internas de las emociones y sensaciones ajenas en base a sus acciones. Por ejemplo, cuando alguien se da un golpe, de forma automática podemos torcer el gesto e incluso dar un pequeño grito como si sintiéramos nosotros mismos ese dolor.

Los resultados aún no son concluyentes; pero lo cierto es que ¿A cuántos de nosotros nos incomoda e incluso nos pone nervioso el movimiento inquieto ajeno?, la próxima vez que experimentemos esta sensación recordemos que se trata de algo que por si de simple que parezca se trata de algo más allá que nuestro cerebro trató de acomodar.


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