HELEN KELLER | UNA MUJER EXTRAORDINARIA
Written by lanuevavoz on 27 junio, 2023
Un día como hoy, pero de 1880 nace Helen Keller. Una mujer extraordinaria que, pese a estar privada de los sentidos de la vista y el oído desde la infancia logró graduarse en la universidad, triunfar como escritora y por si fuera poco luchar contra la desigualdad social en el mundo. Hoy pocos la recuerdan, sin embargo, su historia de esfuerzo y superación merece ser contada.
Hellen Adams Keller nació el 27 de junio de 1880 en Tuscumbia, Alabama, en donde sus padres tenían una granja. Su padre Henley Keller había sido capitán del Ejército Confederado durante la Guerra Civil y trabajaba como director del periódico “Tuscumbia North Alabamian”. Su madre Kate Adams era hija del coronel sudista Charles Adams. La familia de Helen había pertenecido a las élites esclavistas antes de la guerra, pero después del conflicto perdieron gran parte de su riqueza y estatus.
Helen nació con una capacidad normal de ver y oír, sin embargo, cuando tenía sólo 19 meses contrajo una enfermedad que los médicos describieron como “una congestión aguda del estómago y del cerebro”. Algunos especialistas sugieren que pudo haber sido escarlatina o meningitis; en cualquier caso, a consecuencia de aquella enfermedad perdió los sentidos de la vista y el oído.
Helen solo conseguía comunicarse con Martha Washington, la hija de la cocinera de la familia, que era 2 años mayor que ella, y de algún modo entendía sus señas. A los siete años de edad, Helen tenía unas 60 señales con las que podía comunicarse con su familia y lograba distinguir a las personas por la vibración de sus pasos. Sin embargo, le resultaba muy frustrante no poder comunicarse y tenía ataques de furia a causa de sentirse diferente.
Su familia pensó que nunca podrían educarla, pero un día su madre leyó el libro de Charles Dickens “Notas de América”, en el que contaba la historia de Laura Bridgman, la primera niña estadounidense sordociega que, medio siglo antes, había recibido una educación formal y había aprendido a leer en braille. Inspirada por la historia de aquella mujer, la madre de Helen le pidió a su marido que llevará a la pequeña a Baltimore, para que la viera el otorrinolaringólogo Julian Chisolm. Este médico les recomendó que hablaran con Alexander Graham Bell, quien, aparte de ser famoso por el teléfono, era un reputado logopeda y trabajaba con niños sordos en Washington.
Bell, a su vez, les aconsejó acudir al Instituto Perkins para ciegos, la misma escuela del sur de Boston donde habían educado a Laura Birdman. Allí el director del instituto le pidió a una chica de 20 años con discapacidad visual, ex-estudiante de aquel centro, que se convirtiera en su instructora, se llamaba Anne Sullivan.
Anne había contraído a los 5 años una infección bacteriana llamada tracoma, que produce una inflamación conjuntiva y la pérdida progresiva de la visión. Pensando que se quedaría ciega sin remedio, Sullivan se había inscrito en el Instituto Perkins, pero allí le hicieron muchas operaciones para tratar su enfermedad y su vista mejoró. Se graduó con honores y para ayudar a otros niños ciegos, trabajó con Laura Bridgman (curiosamente la misma mujer cuya historia había animado a la madre de Helen a buscar ayuda) y aprendió el alfabeto manual.
Anne se trasladó a Tuscumbia para conocer a su nueva alumna, Helen y comenzó de inmediato a trabajar con ella para enseñarle a leer y a escribir. Anne hacía que Helen tocara un objeto con una mano, mientras que con la otra hacía que le deletreara el nombre del objeto con sus dedos. Helen tardó un mes en comprender que eran aquellos movimientos que trazaba en sus manos aquella nueva persona que había entrado en su vida. Al final entendió la relación entre los objetos y las palabras. Según describe ella misma en su autobiografía, lo comprendió en un momento en que su mano tocaba agua fría, mientras Anne deletreaba en su otra mano la palabra “agua”- Acto seguido la pequeña no paro de atosigar a Anna hasta que le hubo enseñado los nombres de los otros objetos familiares que conocía.
Helen aprendió a deletrear y a formar frases. Además aprendió que las palabras podían expresar no solo realidades físicas, sino también sentimientos e ideas abstractas. Para enseñarle a escribir, Anne le proporcionó un tablero especial, diseñado con acanaladuras para que pudiera formar letras con un lápiz. Más difícil le resultó enseñarle a hablar. Para ello, la maestra colocaba la mano de Helen en su cara, para que pudiera sentir las vibraciones que generan los sonidos al ser articulados al tiempo que percibía los movimientos de la mandíbula y los labios. Luego Helen debía intentar replicar esas mismas vibraciones con la suya. Helen no logró hablar claramente hasta varios años después, gracias a la ayuda de un profesor de voz especializado.
Anne la trataba exactamente igual que a cualquier otro niño, con la misma firmeza y las mismas expectativas, con la única diferencia de que se comunicaba con ella a través de las palabras que trazaba en su mano con los dedos.
Al año siguiente, Helen comenzó a estudiar en el Instituto Perkins. En 1894 cuando Helen tenía 14 años, junto con Anne (que se había convertido en su amiga inseparable) se trasladó a Nueva York para que Helen se formará en la Escuela Wright-Humason. En 1900 fue aceptada en el Radcliffe College de la Universidad de Harvard y en 1904, cuando tenía 24 años de edad, Keller se convirtió en la primera persona sordociega en obtener una licenciatura universitaria.
Con la ayuda de John Albert Macy, quien más tarde se casaría con Anne Sullivan, Keller logró escribir su primer libro “La historia de mi vida” que ha sido traducido a más de 50 idiomas. Su siguiente objetivo fue ayudar a los demás. Usó la fama que adquirió gracias a la publicación de su libro para hablar en nombre de las personas con discapacidades físicas. Se unió a la Federación Estadounidense para Ciegos y fundó Helen Keller International, una organización dedicada a combatir la ceguera y la desnutrición en todo el mundo. También apoyó cuestiones relativas a los derechos de la mujer, como el sufragio. Dio conferencias en 39 países de los 5 continentes y conoció a todos los presidentes de Estados Unidos de su época.
En dicho país recibió muchos honores y se convirtió en una figura muy popular, siempre en la primera línea de quienes trabajaron para impulsar a la sociedad hacia la aceptación y adaptación de las necesidades de las personas con discapacidades.
Ella misma, en lo que respecta a su vida amorosa, fue víctima de esa falta de aceptación, de los prejuicios de los demás. Cuando tenía aproximadamente 36 años y ya era mundialmente famosa se enamoró de un reportero llamado Peter Fagan, de 29 años, que empezó a trabajar para ella como secretario privado después de que Anne tuviera que tomarse un tiempo de reposo porque le habían diagnosticado tuberculosis. Peter y Helen que compartían su pasión por la política tenían planes de casarse e incluso fugarse juntos, pero por desgracia, lo impidieron las presiones del entorno cercano de Helen que defendían que el matrimonio y la maternidad no eran opciones para una mujer ciega y sorda. Un hecho muy curioso y triste, ya que Helen, una mujer que a lo largo de su vida tantas veces dio la cara para defender la igualdad y los derechos de los demás, no pudiera hacer en aquel momento lo que realmente deseaba.
Helen nunca se casó ni tuvo hijos. En 1961, a la edad de 80 años sufrió una serie de accidentes cerebrovasculares. Como consecuencia se retiró a su casa en Connecticut. El 1 de junio de 1968, a la edad de 87 años, falleció mientras dormía.
Este fue un breve repaso de la extraordinaria historia de Helen Keller, pero cuéntanos ¿conocías su historia? comparte tus comentarios a través de nuestras redes sociales.
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